Tras la victoria de ayer, Trejo reafirmó su intención de seguir en el cargo, más allá de que los reclamos de la afición no hayan mermado. ¿Trejo sí, Trejo no? ¿Sánchez sí, Sánchez no? Hugo se pronunció. Veremos qué depara el futuro. Nadie más que esta fiel afición desea la tranquilidad en el equipo y la institución. Eso significará que los resultados se dan y que Pumas está en la senda que le corresponde. Pero una victoria no cambia las cosas. Mientras los cuestionamientos hacia José Luis Trejo siguen, Hugo Sánchez escribió lo siguiente en su habitual columna en El Universal: “Dentro del fútbol, lo que más me ha gustado hasta ahora, por supuesto, ha sido ser jugador. Además de gustarme y divertirme, me mantenía sano, comía muy bien, descansaba fantástico y después me pagaban muy bien por todo esto que hacía. Ahora, en mi etapa como entrenador, ha sido lo más cercano al campo que encontré para seguir disfrutando de este maravilloso deporte. Lo más cercano al campo es el banquillo, y afortunadamente como jugador muy pocas veces estuve ahí y, por supuesto, no me gustaba. Qué vueltas da la vida, que ahora como entrenador da la casualidad que ese lugar es parte de mi trabajo. Con ‘treinta y pocos’ años decidí irme preparando como entrenador, pero aún jugaba, y eso me ayudó a analizar de manera diferente el fútbol estando aún dentro del campo. También aproveché las veces que no pude estar en el terreno de juego —por ejemplo, en los Mundiales de 1982 y 1990— para ser comentarista de televisión. Ahí aprendí muchas cosas de los colegas periodistas y comentaristas, de cómo piensan, cómo actúan y en general su mentalidad. Eso me ayudó mucho a conocer su ambiente. Ya retirado de las canchas, otra de las cosas que me ayudó mucho fue hacer un tour con diferentes entrenadores que me podrían asesorar y sugerir cómo manejar las diferentes situaciones que se le presentan al director técnico. Puedo decir que estuve con Fabio Capello, cuando era el entrenador del Milán; también fui al Inter a ver a Luigi Simoni, así como a mi ex compañero del Real Madrid, José Antonio Camacho, cuando entrenaba al Espanyol de Barcelona; Javier Clemente, ex DT de la selección de España, Johan Cruyff, quien amablemente me recibió en su casa y me ayudó mucho con un asesoramiento muy completo, además de Bora Milutinovic, Leo Beenhakker y John Benjamin Toshack. Otra gran referencia que tuve fue Luis Aragonés, con quien me entrevisté en varias ocasiones. De todos aprendí cosas que aún aplico a mi personalidad, carácter y manera de ver el fútbol. Fue así como se dio mi inicio con Pumas, con la incertidumbre que viví, ya que ser jugador y estar sentado escuchando las indicaciones del entrenador, es muy diferente que estar enfrente de todo un grupo de jugadores profesionales que te están prestando atención para asesorarles e indicarles lo que hay que hacer para lograr las metas y los objetivos. Al principio fue difícil, pero según iban pasando los días y las semanas me iba sintiendo más identificado con esta nueva posición en mi vida futbolística. Y con Octavio Rivas, como mi gran maestro, me mentalicé de tal forma que mi ‘chip’ había cambiado y no sentía esa desesperación de querer entrar al campo a ayudar a mis pupilos. Mi ayuda tenía que ser en la posición actual que tengo, que por cierto, en muchas ocasiones es muy ingrata. No debería de ser así, pero (los intereses de los directivos) han colocado y ubicado al entrenador como el culpable de las derrotas, y cuando se gana, ganan todos. Con los Pumas, al principio tuve una mala experiencia con el vicepresidente ejecutivo, pero como tenía que triunfar ‘sí o sí’, prometí regresar y esta vez lo hice bien respaldado por el rector Juan Ramón de la Fuente y Luis Regueiro, como presidente. Qué diferente fue. Desde ahí se empezó a construir el bicampeonato. Recuerdo que el Rector me dijo: “Este año (2004) es muy especial para Pumas, porque es nuestro aniversario 50 y me gustaría que saliéramos campeones”. Le dije: “Si me apoya al 100%, lo conseguiremos”. Afortunadamente, así sucedió y no solamente una vez, sino dos veces. Es el único bicampeonato en la historia de los torneos cortos. Parece fácil, pero no lo es. Ese bicampeonato, y ganarle al Real Madrid en el Santiago Bernabéu, me ayudaron para llegar a la Selección, no sin antes cumplir con el requisito de dirigir al Necaxa, que fue tan poco tiempo que no pude ni triunfar ni fracasar en ese club. Mi experiencia con la Selección fue buena en lo que a mí me correspondía, que era dirigir a la Selección mayor y con ésta llegar a la final de la Copa Oro contra Estados Unidos, que lamentablemente la perdimos. Pero llegar a la final no fue malo. La mejor referencia que tuve como entrenador fue la Copa América de Venezuela en 2007, donde México terminó en tercer lugar, que después de Brasil y Argentina, es el sitio que le debe corresponder a México en el continente. Y ahí nos ubicamos con muy buenos resultados, excepto cuando nos ganaron los argentinos la posibilidad de avanzar a la final. Esa es la referencia que se me debe de tener como entrenador de la Selección Nacional, y no la que muchos pseudoperiodistas y pseudocomentaristas manifiestan, sobre que me fue mal en el Tri en general. Me fue mal en la Selección preolímpica, que no me correspondía. Como todos ya saben, me responsabilizaron de tres selecciones y eso es una locura. Cumplí mi meta de entrenar en España, un reto complicado, como lo fue el Almería. De luchar por el no descenso. Supe qué plantel tenía y a lo que iba, y afortunadamente en mi primera temporada logramos el objetivo de no descender, pero en la segunda no contemplaba que me quitarían a siete titulares, lo cual debilitó a mi equipo. Por tal motivo, el equipo iba regular y el presidente se puso nervioso y me destituyó a la mitad del torneo. La gente positiva valora mi desempeño de mi primera misión, que fue salvar al equipo, y los negativos no ponderan que me quitaran a siete titulares y sólo dicen que fracasé. Ahora en Pachuca no contaban que el proyecto que se me prometió era de dos a tres años, pero se cambió a sólo cinco meses, haciendo notar que se me trajo todo lo que solicité, en lo que a jugadores se refiere, pero no fue así. De lo que les solicité no me trajeron a nadie. Todos los refuerzos los llevaron los dirigentes. Supuestamente el equipo no estaba funcionando y por eso no calificó a la Liguilla, responsabilizándome de ello. Lo más gracioso del tema fue que mi sucesor, Gabriel Caballero, hizo menos puntos, tampoco calificó a la Liguilla y quedó más abajo en la Copa de lo que quedamos nosotros. Entonces ni yo ni Gabriel Caballero ni ahora Enrique Meza somos los que nos equivocamos o los culpables de que ahora el Pachuca sea un equipo irregular. Es muy difícil triunfar así. Sin duda fue una desagradable experiencia. Me siento contento con lo que he conseguido y ganado como entrenador hasta ahora: un bicampeonato. Otros, que los califican de buenos, por el simple hecho de ser extranjeros, llevan como 40 años en México y sólo han ganado un título, y otros que llevan como 30 (o menos) y no han conseguido ni uno. Quiero seguir disfrutando de esta etapa como entrenador, por supuesto quiero conseguir más triunfos y títulos, pero a pesar de recibir alguna propuesta tanto del fútbol mexicano como sudamericano, norteamericano y europeo, no me ha llegado la propuesta atractiva que estoy esperando. No tengo necesidad —afortunadamente— ni tampoco tengo prisa, pero sí echo de menos el ambiente, la tensión y presión que desde jugador siempre viví. ¡Que te lo digo yo!” ¿Qué opinas de estas palabras? ¿Debe ratificársele la confianza a Trejo? ¿Habrá chances para que vuelva Hugo?