Pumas UNAM llegaba a la competición sudamericana luego de un 2004 que fue, sin dudas, uno de los mejores años de su historia al ser bicampeón de la Liga MX, al ganar el título de Campeón de Campeones y al arrebatarle el Trofeo Santiago Bernabéu al Real Madrid en su propia casa.

Y la Copa Sudamericana del 2005, aunque no terminó con lo que hubiera sido un merecido festejo frente a Boca Juniors en la final, suscribió lo realizado un año antes en el Club Universidad Nacional.

El punto más alto del equipo dirigido por aquel entonces por Miguel España, después de dejar en el camino a The Strongest de Boliva en octavos de final (4 – 3) y a Corinthians de Brasil en cuartos (4 – 2), fue la semifinal frente a Vélez Sarsfield.

El club argentino, por su parte, llegaba a la antesala del encuentro definitorio gracias a las victorias aplicadas sobre Cruzeiro en octavos (3 – 2) y a las Águilas del América en cuartos (4 – 0).

Los medios sudamericanos ya pronosticaban una final argentina entre Boca Juniors, campeón defensor del certamen, y el elenco velezano, campeón de su país al adjudicarse el Torneo Clausura, pero el Universitario demostraría que subestimar a la Garra Puma es una muy mala idea.

Después de un 0 a 0 en el Estadio José Amalfitani de Buenos Aires el 23 de noviembre, en el que Pumas UNAM tuvo las situaciones más claras de gol, llegaría el cruce de vuelta que por lo abultado del tanteador, quedaría en el recuerdo.

El calendario marcaba que era primero de diciembre. El Estadio Olímpico Universitario se encontraba repleto de aficionados que confiaban en que el Auriazul se convirtiera en el primer equipo mexicano en clasificar a la final de la competencia que, para ese momento, llevaba tres ediciones anteriores.

Esa noche Bruno Marioni estuvo intratable. Tanto, que marcó el segundo, tercer y cuarto gol de Pumas en el complemento. La primera ventaja había sido a través de Marco Antonio Palacios en la primera etapa. Encima, a Vélez, que no estuvo fino en ningún aspecto, le expulsaron a Fabián Cubero por una infracción a Ailton Da Silva.

Si bien el recuerdo no pudo coronarse con la consagración, particularmente esa velada con el 4 a 0 sobre los dirigidos por Miguel Ángel Russo, fue realmente épica y marcó, de alguna manera, una de las mejores eras de Pumas en su historia.