Desde hace años en adelante es común ver a exjugadores sentados en algún panel de comentaristas analizando las jugadas de un partido como lo haría el más curtido de los periodistas deportivos. Como el don del talento sobre el césped pertenece a unos pocos, a la inversa esta situación es casi inverosímil, sin embargo, el caso de Raúl Pérez con Pumas es la excepción del caso.

Raúl Pérez es un reconocido comentarista de TUDN que probó las mieles del éxito en el mundo del futbol por escaso margen de tiempo. Su destino parecía estar ligado al deporte rey, pero del lado de afuera de la línea de cal. El propio comunicador lo contó en una entrevista con Javier Alarcón.

"Yo jugaba en la Liga del Sindicato de los Electricistas, donde fui tres veces campeón goleador, entonces mi papá para impulsarme, hace una selección de esa liga para ya meterla a la Liga de la Asociación del Distrito Federal. En esa liga en un partido contra Pumas, les ganamos 3-0 y yo hice dos goles, estaba don Julio Mejía, entrenador de ese equipo, me pregunta si estudiaba, yo le dije que sí, y me dice ‘vente porque necesitamos armar una selección estudiantil’", explica Pérez.

A partir de ahí se encontraría con el que terminó por desterrar su sueño de jugar con Pumas en Primera División: Guillermo Vázquez. "Me voy a entrenar con este equipo y participamos en el torneo juvenil amateur, y de ahí me pasan al de primera fuerza, me entrena Memo Vázquez papá con el equipo estudiantil".

Y ya cuando estaba a solo un paso de llegar a donde todos quieren pero pocos lo logran, su tamaño le jugó en contra. "Cuando me van a pasar al equipo profesional me dice Memo ‘juegas muy bien, tienes todo pero con 1.62 metros nunca vas a poder jugar profesional’. Tras salir de Pumas, se probó con el Unión de Curtidores, pero nuevamente su estatura fue su pase de salida.

De allí fue a probar suerte con los Coyotes de Neza, en donde por primera vez hicieron caso omiso a su 1,62 de estatura. Estuvo un año en las filiales y después logró el sueño de llegar al primer equipo. Debutó en Primera División un 2 de agosto de 1981, pero tras una temporada de altibajos, y la posterior salida del entrenador, su situación cayó en un limbo que lo fue alejando del equipo. Al final, se quedó con la carta de libertad y nadie más lo llamó... su destino parecía no estar de acuerdo con sus sueños, y como compensación, lo hizo narrador.