Por casi una década, Gerardo Galindo supo defender con máximo orgullo la playera de Pumas UNAM y fue parte del equipo de leyenda que levantó el bicampeonato de 2004 bajos las órdenes de Hugo Sánchez.

El agerrido mediocampista cuenta cómo se vive en lo interno de los vestuarios un domingo jugando como local en el Estadio Olímpico Universitario y la emoción que le generaba representar al equipo.

En una columna escrita en Mediotiempo relata detalladamente cada momento de un día en casa de todos los azul y oro. A continuación replicamos su escrito:

8:00 horas:Despertar y saber que hoy hay juego en CU (¡vamos por los tres puntos!).

8:20 horas:Baño y desayuno ligero (nada de la comida que acostumbra Kikín) en nuestro hotel de concentración.

9:00 horas:Regreso a la habitación, mi maleta está lista. Espero no olvidar nada como la última vez.

9:30 horas:Llamada a la familia y últimas recomendaciones de mi esposa: ‘no te enojes, que no te amonesten, ponte bloqueador, dalo todo y ¡A GANAR!’.

9:40 horas:Ya en mi asiento al final del PumaBus espero escuchar la canción que pedí y las que sugerimos todos para llegar con gran actitud, (aunque Ailton siempre pone la que quiere). Capi Beltrán, Israel Castro y Leandro son los siguientes en llegar. No hay tiempo para revisar redes sociales (porque no hay) pero sí para comentar el partido de ayer del Real Madrid y soñar cómo sería jugar un partido en contra de los ‘galácticos’.

10:20 horas:Llegamos al estacionamiento del Olímpico. En el trayecto nos asombramos de todos los aficionados que nos esperan y lanzan incontables goyas.

10:30 horas:Bajamos del PumaBus y directo al vestidor. Ya adentro el azul y oro hacen que brille como pocos. El gran equipo de utileros (Quintín, Isaías, Roberto) han dejado los uniformes listos para sudarlos (y vaya que sí).

10:40 horas:Masaje, vendas, cábalas, música… Todos hacen algo peculiar: Verón siempre con su cara de pocos amigos, sin hablar; Jaime Lozano en la camilla de masaje; el ‘Parejita’ López no deja de mirarse al espejo, todos alistándonos.

11:00horas:Hugo hace trazos en el pizarrón, platica con su cuerpo técnico y después se acerca con cada uno de nosotros. Me dice: ‘Chaval, este es un partido muy importante, hay que tener cuidado con las tarjetas amarillas. El día está para hacer un gran partido’. Gracias siempre por cambiarnos la mentalidad y la vida, Hugo.

11:25 horas:Salimos a calentar en la hermosa cancha del Olímpico Universitario. El estadio está casi lleno. Familias, estudiantes, catedráticos, grupos de animación, extranjeros, somos un equipo que reúne a todo el que quiere ver buen fútbol.

11:50 horas:De nuevo al vestidor. Vienen las últimas palabras motivadoras de Hugo antes de dejar el corazón en el campo. Rezamos y gritamos, vamos de 0 a 100 en dos segundos. Estamos listos para subir la escalera y admirar las tribunas llenas de banderas de Pumas.

12:00 horas:Con el puño en alto, el himno de la UNAM se escucha en cada rincón del Olímpico Universitario y estalla el ‘¡México, Pumas, Universidad, GOYAAA!’. Ha llegado el momento de luchar cada balón y buscar la victoria.

Y mientras todo esto sucede, los aficionados de Pumas también saben que por fin ha llegado el domingo y están listos para apoyarnos. Sí, esos que también se levantan temprano, se ponen bloqueador, esos que visten de azul y oro el metro, las calles, Insurgentes, el Metrobús; esos que se ponen el jersey más bonito y caminan por los túneles hasta ver el campo. Aunque ya pasaron algunos años desde que lo viví como jugador, hay algo que siempre permanece y me emociona: no importa si jugamos hace una semana, tres días o el torneo anterior, la afición siempre está ahí, SIEMPRE.

Sea el primero o el último juego de la temporada, al estar en la cancha los jugadores debemos vivirlo y disfrutarlo al máximo, hacer que cada jugada quede grabada en la memoria de todos. Hay que dejar todo en la cancha, por nuestras familias, por el Club, por nosotros, por los seguidores, por el bien del fútbol. Hagamos que cada minuto que se viva en el estadio se quede guardado para siempre en el corazón de la afición“.