Fue Roberto “Tapatío” Méndez, entrenador de fútbol americano de la UNAM en la década del 40, quien dio el puntapié inicial a la leyenda de Pumas. Según “Tapatío”, sus jugadores tenían todos los atributos de los felinos: garra, velocidad, inteligencia, fuerza. De allí a que considerara a sus dirigidos como unos “Pumas”, sin saber que estaría registrando un nombre que pasaría a la posteridad.

Tras el peculiar seudónimo, la institución universitaria adoptó en 1947 a la cachorra ‘Casti’, la cual tiene el honor de ser la primera puma-mascota de la Unam. Casti fue enviada a un zoológico y dejó su paso a ‘Palillo’, quien llegó en 1956 pero moriría en 1965. 

Fue sustituido por Ulises hasta 1972; luego llegó Pibe, en 1984, quien hizo pareja con la felina Maya, con la que tuvo varias crías que fueron adoptadas por la universidad. Tras ser llevados al zoológico, Elmer, una de sus crías, pasó a ocupar el puesto de mascota. Después de ser donado a un programa de reproducción, llegaron Toshka, Miztli y la que ejerce de mascota actual, Iyari, cuyo nombre es sinónimo de corazón en lengua wixárika (huichol).

Pero el club necesitaba una mascota que asistiera a los encuentros y animara a la fanaticada universitaria, y allí es donde hace de aparición el peculiar Goyo, que debe su nombre a una popular porra universitaria de nombre ¡GOYA!, y que es coreada día a día por los universitarios.

Goyo es considerada una de las mascotas más representativas de toda la Liga MX por su simpatía y hacer acto de presencia en muchas de las causas sociales en representación de Pumas.