El fútbol mundial ha dejado algunas anécdotas capaces de competir con programas de humor de escaso presupuesto por lo rocambolesco y absurdo que resultan algunos de sus hechos. Reconocido es el del entrenador de tercera división de Inglaterra que confesó analizar a sus rivales a través del “FIFA”; pero el de Pumas se lleva el sitial de honor: fichó a Paulo Marcel Pereira tras ver solo un video del jugador, que además fue editado.

En el año 2006 Pumas fue uno de los tres equipos clasificados a la Copa Libertadores, como ocasión, y buscando tener un buen desempeño en el torneo, la directiva reforzó al equipo de Miguel España con Paulo Marcel Pereira, alias Roma por su parecido físico ¿y futbolístico? con Romario, un jugador brasileño con experiencia en varios clubes de distintos países.

El contrato por Roma era una especie de “cesión” durante la primera fase del torneo continental, y en base a su rendimiento, se decidiría su continuación en la institución felina. Aquel equipo lo dirigían desde la directiva Octavio Rivero Serrano, Gilberto Borja Navarrete y José Narro Robles. Se estaba por nombrar un Presidente del Patronato. 

Todo sucedió con la velocidad que amerita un fichaje exprés: Roma viajó a México, aprobó los exámenes médicos, y de inmediato saltó hacia los entrenamientos.

Pero algo anduvo mal: el entrenador se percató de un detalle: Roma no era ni mucho menos un jugador con las características que se habían anunciado. Lento, sin ritmo, limitado técnicamente, y con una notable desorientación en el campo, se pensó que era cuestión de adaptación, pero no: resultó que el fichaje se dio tan rápido que al jugador solo se le valoró por un video que además terminó siendo editado, allí el jugador parecía un crack, un fenómeno brasileño. 

Después se supo que Roma había sido ofrecido a varios clubes en distintos países pero había sido rechazado en todos, salvo en México. Sin capacidad de adaptación, el jugador fue objeto de bromas pesadas incluso desde dentro del plantel felino, especialmente luego de enterarse del costo de su fichaje: 200 mil dólares solo por un préstamo. “Ese brasileño no le hace honor a su país, es tan malo, que ni en la Liga del Ajusco podría ser suplente”, se comentaba entre bromas por los pasillos de la Ciudad Universitaria.