La Copa Sudamericana del 2005 quedará enmarcada como una de las más controversiales en la historia del torneo. Pumas y Boca Juniors protagonizaron la final del certamen que se saldó con victoria de los xeneizes desde el punto de penalti. Fue en el partido de vuelta en donde surgió la polémica, y en donde emergió un protagonista que perjudicaría las aspiraciones felinas: el silbante del encuentro, Carlos Amarilla.

Tras el empate a uno en la Ciudad Universitaria, el torneo se resolvería en el estadio La Bombonera de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. En aquel partido Martín Palermo adelantó a los locales al 31, pero al 54 Bruno Marioni ponía tablas al marcador. Pero fue al 61 que todo perdió crédito: el portero local, Roberto Abbondanzieri, desvió el balón con sus manos estando afuera del área cuando se perfilaba hacia el arco Ismael Íñiguez: el ‘Pato’ ejerció de último hombre en aquella acción que el silbante Carlos Amarilla solo amonestaría con la tarjeta que indica su apellido ante la indignación de la banda universitaria.

“Por mala suerte esa jugada no se juzga como debió ser juzgada, incluso no habiendo VAR. Para mi es falta, es expulsión y no debió estar en la cancha y mucho menos tirar un pénalti, porque es la figura haciendo el último penalti y dándole el título a Boca”, comentó Íñiguez en una entrevista a  Medio Tiempo.

Tras unos minutos de protesta por parte de la visita, el partido se reanudó y a posteriori terminó con igualdad en el marcador. La final se decidió desde el punto penalti donde Boca fue más efectivo y terminó quedándose con la Copa.

El final cobra relieve al ser el mismo portero local, Abbondanzieri, quien cobró el penal ganador para los locales, situación impensada si el silbante Amarilla hacía uso del reglamento y lo expulsaba en la jugada explicada líneas arriba.