Luis García comenzó su carrera en el FC Barcelona. Fue producto de La Masía en donde compartió equipo con Puyol y Xavi. Debutó con el primer equipo en 1998, pero sin poder consolidarse en el primer equipo, tuvo un pasaje por varios equipos de La Liga hasta que recaló en el Atlético de Madrid en el 2002. 

Cuajó buenos números con los rojiblancos y el Barsa lo repescó; después de un año, terminaría en el Liverpool, en donde brilló y se convirtió en ídolo para la afición de Anfield. Con todo ese currículo en la espalda, Pumas lo sumaba a sus filas en 2012 como un refuerzo de lujo… solo un año después de su llegada se marchó, peleado con todos y por la puerta de atrás en el que su periplo con los felinos fue catalogado como la “gran decepción”.

El español arribó a México y se sumó a las filas del Puebla. Con los de La Franja logró anotar 13 tantos en 33 partidos; un año después, Pumas le pondría el ojo y lo fichaba junto a Emanuel Villa y Martín Romagnoli en un equipo que aspiraba a conseguir todo en el balompié azteca. García sintió desde el primer día el rigor del vestuario felino, y Darío Verón, capitán de aquel entonces, se acercó para remarcarle que en la UNAM todos debían “partirse la madre”, y que el no sería la excepción.

 

Meses después de su llegada, en un entrenamiento del equipo, cuentan que un canterano le tiró una pelota al vacío a lo que ‘Lucho’ reprimió diciendo eh, a mí al pie que yo reparto”. Instantes después, el mismo canterano recuperó una pelota que García perdió y se la volvió a tirar al vacío, con evidentes muestras de frustración, el ex del Barcelona le gritó “Joder, que a mí al pie…”; pero ahora el joven si respondería a la crítica y le espetó: también corra por ella cabrón”, respuesta que fue acompañada por aplausos del resto de jugadores.

El castillo con que llegó se fue derrumbando de a poco y ya lo tildaban en el vestuario como un “agrandado”. Nunca tuvo buena relación con el grupo e incluso salía por la puerta de atrás del estadio para evitar contacto con los seguidores.

La gota que derramó el vaso fue en la jornada 8 del Apertura 2013. En ese duelo contra el América, los felinos perdían 2-0 a la media hora de partido, y el entrenador Torres Servín sustituyó a García, quien se fue dando patadas al banquillo y terminó por irse a los vestuarios y poniendo punto final a su aventura con Pumas. 

Su esposa, que estaba en el palco del estadio en ese partido, se enzarzó en una discusión con la señora de Torres Fermín, a quienes tuvieron que separar los acompañantes del palco. Esos fueron los últimos momentos del español que llegó como refuerzo de lujo, pero que al final terminó siendo reprobado por todos y catalogado como la "gran decepción".