Volvió el fútbol tras 111 días de parate deportivo, pero las sensaciones son las mismas que cuando se puso fin al Clausura 2020: Pumas no levanta cabeza. La derrota que sufrieron 1-4 ante Cruz Azul en el debut en la Copa por México, evidenció las carencias que vive el conjunto de Míchel González desde hace meses: falta de juego, dispersión en las líneas, poca profundidad del plantel, y una preocupante capacidad de reacción. 

Suena extremista condenar a un equipo por un mal resultado en un partido de pretemporada, y como dirían los viejos cánones de este deporte, “mejor perder ahora que en el campeonato importante”; pero la realidad apunta a que la UNAM lleva en una retahíla de malos partidos que se agudizan con cada encuentro que disputa. Con el de ayer, y contando los del torneo suspendido, ya son 5 partidos seguidos en que los felinos no logran una victoria. 450 minutos sin ganar, parecieran ser muchos para un equipo que aspire a trascender en la máxima categoría que impone un campeonato como el Apertura 2020.

El gol de Carlos González en el inicio del choque, no fue más que un espejismo que llenó de ilusión a la afición que presenció a su equipo desde casa mientras las gradas del Estadio Universitario presentaban un atípico vacío. Comparando ambos conjuntos, los dirigidos por el entrenador español se parecen más al equipo que abrirá los encuentros en el Apertura que los de su rival. El de los cementeros fue una oncena plagada de jóvenes ante el panorama sombrío que vive Cruz Azul en el tema de las bajas, situación que agudiza la mala imagen que dio Pumas al verse imposibilitado de hacer frente a un equipo de casi juveniles.

Estos primeros minutos de juego tras el parón servirán para que el equipo coja ritmo y corrija errores del pasado que aun siguen latentes. Pero visto lo visto, la de Alfredo Talavera no debería ser la única contratación para los próximos seis meses; el problema de Pumas empezaba en la portería, pero Alfredo Saldívar no era el único responsable en todos los partidos perdidos, ¿o, sí?