En una sociedad cargada de prejuicios, cada vez son más las almas encargadas de derribar esosmuros que sostienenun pensamiento establecido. Entre ellas está Ileana Dávila, una mujer que combina destreza, belleza, carisma y talento; todo un cóctel que la llevó a ser una de las primeras entrenadoras del fútbol femenino en México. Además, su éxito no se limita a las canchas, en redes sociales es toda una sensación en dondealberga a más de 20 mil seguidores.

Aficionada a los deportes desde pequeña, jamás pensó que su destino la llevaría a Pumas. Una mañana mientras ojeaba el periódico del día, dio cuenta del anuncio que cambió su vida. En el pequeño recuadro se informaba de un curso preparatorio de entrenadores que se dictaría la mañana siguiente. Dudosa, recuerda que al asistir quedó en ‘shock’ ante lo que vio. “Era la única mujer. Eran más de 200 hombres y yo sola allí. Me dije “Qué hago aquí””.

Después de aprobada la primera prueba teórica, al día siguiente correspondíala práctica. Sus resultados la llevaron a ser escogida entre los 30 aprobados. Al final del curso, solo siete fueron los graduandos. “No me lo creía”, confiesa.

El primer paso. Con el título bajo el brazo, pero consciente de la limitación que representaba para una mujer adentrarse en un mundo plagadode hombres, decidió tocar la puerta en Pumas. Allí, se ofreció a ser la utilera del primer equipo, y como aquellos azares que parecen combinarsepara cumplir un objetivo, al mes de empezar se creo la liga femenil, y desde la cúpula felinale ofrecieron el puesto en el banquillo.

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El apoyo en Pumas es incondicional, el confiar en una mujer, en este proyecto. Las jugadoras siempre han tenido apoyo y respeto de todo el mundo. Creo que esto que marca historia el día de hoy para todas nosotras es también gracias a ellos y a la confianza que han tenido en nosotras”, declaró en su momento al diario Milenio.

Hoy, sigue al frente del plantel felino, y es una de las pocas mujeres que dirigen en la Liga MX Femenil. Cuenta que su sueño es llegar al primer equipo de la UNAM, y terminar por derrumbar con un estigma con el que se topaa diario: el de ignorar que cualquiera que reúna una pizca de talento, perseverancia y esfuerzo, puede cumplir sus sueños… y esperando que de eso no dependasu color, raza, o como en este caso, su sexo.